Capítulo 268
Capítulo 268
“¿Y si no quiero tomarla?” lo miré con desdén.
Todavía recordaba, a los dieciocho años, desperté de un sueño y olvidé a Kent. Desde entonces, me obligaban a tomar esa medicina, que parecia suprimir mis emociones y me dejaba entumecida, como una bestia enjaulada a la que le arrancan todos sus colmillos.
“Ainara… vas a comerlo, no voy a permitir que te acuerdes de él. Serás una chica normal y corriente. te quedarás a mi lado, te protegeré, nos casaremos, tendremos hijos… tendremos un futuro hermoso,” suplicó en voz baja, arrodillado junto a la cama. “Ainara, también debes estar sufriendo. ¿verdad?”
Puso la pastilla en mi boca. “Ainara, sé buena.”
“Eres asqueroso,” le espeté con repugnancia.
“Ainara… Osvaldo no está muerto, pero está gravemente herido. Mis hombres lo encontraron antes que la familia Linares…” La mirada de Renán se oscureció y su voz se volvió fría.
Empezó a amenazarme de nuevo.
Como siempre, con amenazas.
Mi voz tembló. “¿Crees que te voy a creer?”
Kent… no estaba muerto.
“Mira.” Sacó su celular y me mostró a Kent ensangrentado y luchando por su vida. “Tiene muchas ganas de vivir.”
Renán continuó amenazandome.NôvelDrama.Org exclusive content.
“Lo tomaré.” Tomé la pastilla de su mano y me la tragué.
Renán no confiaba en mí, me apretó la mejilla para asegurarse de que realmente la habia tragado antes de soltarme.
“Ainara… duerme bien, cuando despiertes, todo habrá mejorado.” Estaba convencido de que después de tomar esas pastillas y dormir, olvidaria todo.
“Joven… joven! La señorita Blanco está gritando que quiere suicidarse.”
Desde afuera, la niñera llegó corriendo, alarmada.
Mirė a Renán sin decir una palabra.
Renan me echó una última mirada, evidentemente angustiado, pero finalmente decidió ir a ver a Yuria. Un perro no cambia su manera de comer mierda, no importa cuánto diga que se equivocó, que met ama, siempre vuelve a lo suyo.
“Uf.” Corri al baño y me induje el vómito para escupir las pastillas.
Pero esta vez fue demasiado tarde, no logré expulsar nada.
Las veces anteriores, Renán no estaba tan alerta y yo fingía tomar las pastillas, escondiéndolas bajo mi lengua. Esta vez… tuve que tragȧrmelas delante de él.
11:45
Probablemente las pastillas contenían somniferos, porque me sentia aturdida y cai en la cama, quedándome dormida.
No sabia qué iba a olvidar al despertar.
Tampoco sabía si al día siguiente podría recordar a Kent.
Kent no estaba muerto, estaba en manos de Renán.
Estaba gravemente herido.
No podía olvidarlo.
Tenía que encontrar la manera de decirle a Helda y a Lucas que Kent estaba con Renán.
“¿Ainara?”
En mi confusión, of una voz ronca llamando mi nombre.
Las ventanas probablemente estaban abiertas y entraba una brisa fresca.
Me besó suavemente en la frente. “Ainara, te llevaré a casa.”
“Ainara, ¿vamos a casa, te parece?”
“No me olvides de nuevo… me dolerá mucho.”
Intenté abrir los ojos con esfuerzo, aferrándome a su mano.
Parecía sorprendido. “Ainara… todavía te acuerdas de mi, ¿verdad?”
“Kent…” llamé su nombre con voz ronca.
Me abrazó con fuerza, su voz quebrada. “Cariño, vamos a casa.
La puerta se abrió de golpe y la luz de la habitación se volvió deslumbrante.
Mi corazón se sobresaltó y traté de abrir los ojos.
“Osvaldo, al fin te esperé,” dijo la voz de Renán.
Resulta que Osvaldo no estaba en sus manos; estaba utilizándome para atraerlo.
“Hice un trato con Braulio, te entregaré a él, ya sea muerto o vivo, no me importa,” la voz de Renan era profunda.