Capítulo 252
Capítulo 252
Felipe estaba ahí, tirado en el cuarto sin poder hablar ni moverse, pero no estaba muerto.
Supuse que Braulio se había llevado a Osvaldo y que el próximo paso seria ir tras Felipe y después, tras de mi.
“¿Está seguro Felipe aquí?“, le pregunté en voz baja.
Nicanor guardó silencio un momento antes de hablar. “No todos tienen una conciencia como la de usted, señora“.
O sea, Kent había dejado a Felipe con vida, pero Braulio no tendría esa misma compasión.
No dije nada, sabiendo que no había nada que pudiera hacer para detener esto.
Si Braulio se deshacía de Felipe, yo sería la siguiente.
De regreso a la casa de Kent, le mandé un mensaje a Helda.
“Helda, Braulio ha mandado a Kent a un manicomio por la fuerza, ¿cómo puedo sacarlo de alli?”
Helda soltó una maldición, “¡Carajo!”
Tranquila, Helda, pásame la dirección del manicomio, voy a pensar en algo.
No hay mucha gente en quien pueda confiar ahora, y Helda es definitivamente digna de confianza.
Le envié la dirección a Helda.
Pero rápido, la respuesta que me dio Helda fue que no había registro de ingreso de alguien llamado Osvaldo.
Sentí un apretón en el pecho, temerosa, miré a Nicanor. “¿Estás seguro de que se llevaron a Kent al manicomio?”
Nicanor no respondió.
“¡Para el carro!“, grité. “¡Nicanor, dale, sigue a ese carro que acaba de pasar!”
Nicanor estacionó a un lado de la vía, se volteó para verme. “Señora, lo más importante ahora es garantizar su seguridad y la del bebé que lleva dentro. Eso es lo que cuenta“.
“Primero tengo que asegurarme de que Kent esté a salvo, ¡tengo que saber si Braulio realmente lo llevó al manicomio!” Mis párpados temblaban, nunca debi permitir que Kent se subiera a ese coche.
Pronto, Nicanor recibió una llamada.
Escuché vagamente que el auto del hospital psiquiátrico tuvo un accidente en la carretera montañosa. que un camión sobrecargado los había empujado barranca abajo y que todos los que iban adentro habían muerto.
Se me oscureció la vista y me temblaba todo el cuerpo mientras agarraba la ropa de Nicanor. “Dime lo que pasó.”
“Hubo un accidente“.
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La voz de Nicanor se alejaba de mí.
Empecé a perder la conciencia, el zumbido en mis oídos crecía.
“Nayra…”
“¿Ainara?”
Ruidos confusos, voces caóticas zumbando en mi oído.
Hasta que perdí el conocimiento por completo.
Cuando volví en mí, estaba acostada en una habitación de la villa de Kent. Me levanté de un salto y comencé a caminar hacia afuera, desesperada por saber que Kent estaba bien.
Pero la villa estaba vacía, solo yo estaba allí.
Hasta el mayordomo mudo había desaparecido.
“¡Guau, guau!” De repente, Estela comenzó a ladrar furiosamente en el patio, y una sombra saltó la pared del jardín, seguida por otra y otra…
Sabía que venían por mí.
Esto era una sociedad con leyes, pero detrás de la sombra de la inmensa fortuna de la familia Linares, había gente que despreciaba la ley y se entregaba a la maldad.
Estela mostraba los dientes, vigilante ante esos hombres, y de un salto los atacó, desatándose gritos de dolor en el patio.
Manoteé mi celular para llamar a la policía, sabiendo que Estela no duraría mucho sola.
Pero en el instante en que iba a marcar, vi que debajo de mis uñas había restos de sangre oscura…
Me quedé paralizada por un momento, revisando mis manos. No tenía heridas, ¿de dónde había salido esa sangre?
Sin tiempo para pensar más, llamé a la policía, agarré un palo que estaba en un rincón y corrí hacia abajo.
“¡Guau, guau!” Varias personas sujetaron a Estela juntas, el gran perro lobo no era rival para ellos.
“¡Suéltenla!”
El que parecía ser el lider sacó un cuchillo y lo dirigió hacia el cuello de Estela.
“¡No!” Grité descontrolada, tropecé y caí al césped.
De pronto, un grito desgarrador, Estela, soportando el dolor, mordió a uno de ellos, se soltó y corrió hacia mi.
Estaba cubierta de sangre, lloriqueando se acurrucó en mis brazos.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y mis dedos temblaban. “Estela…”